Nigrum caelum...


Inmensidad. Temor. Unas gotas acarician tu faz. La brisa se acentúa por momentos y pierdes el control de la situación. Tu pulso se acelera, la respiración casi puedes cortarla, pero decides seguir con esa incertidumbre y ese miedo que te abrasa el pensamiento pues te excita pensar que la plenitud sólo se encuentra en la naturaleza.

Un paisaje atípico te rodea, no insólito porque te cuestionas si en realidad te atrae lo circundante a ti. Apuestas por continuar, intentando ganar batallas a tu propio corazón. Quieres creer que ese apoyo que necesitas está en la sociedad. Te incita el mero hecho de que alguien creyó que el ser humano era un animal social, y ése fue quien todos adivináis, pero se equivocó. La soledad es una triste compañera que te hace visualizar de manera abstracta la mayoría de tus sueños. Es la que verdaderamente te hace creer que no puedes vivir solo, es el crudo sentimiento de nostalgia y decaimiento en el cual caes, porque es un pozo con fondo mohoso de piedra fría y dura. Después de este sentimiento aparece el bienestar a distancia, que son las redes sociales, donde ese hueco se completa con la compañía de alguien conocido. Si no es esta alternativa, arrancas de tu bolsillo ese flamante móvil con pantalla táctil para comunicarte y así poder dejar atrás la despiadada y maltrecha soledad.

Y entonces se convierte en una obsesión, o conversas por teléfono cuando no hay nadie a tu alrededor o meditas sin descanso debilitando tus instintos y aborreciendo la amistad, el amor y el deseo de tus propias metas.

Y vuelves a llegar al punto de partida. Inmensidad. Temor. Angustia. Abismo. Te ahuyentas. Móvil, agenda, tecla de llamada...

Círculo vicioso en toda regla...

3 comentarios:

Lourdes N.A dijo...

me gusta!! escribes genial! =) yo no llego a tanto... =(

Lechugona dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lechugona dijo...

¡Woow! ¡Me encanta como escribes! :D
¡Un besoo! ^^

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