Principium versus exstinctio...


Todo lo bueno acaba. Y creo que lo malo también. Jamás entendí las dos posiciones porque cada cosa acaba cuando debe acabar. A veces, finaliza algo de manera injusta y otras de forma irracional. Nada puede terminar racionalmente porque en este caso, nada se extinguiría.

Y creo posible que todo empiece cerca del final, pues en realidad, es donde todo empieza. Tras una crisis no hay mejor forma de solucionarla que empezando de nuevo o mismamente retocar los valores establecidos.

Y nuestro sino... ¿Comenzó tras su crucifixión o acabó después de ésta?

No hay mayor dolor cuando el sentimiento, el bienestar o la maravillosa libertad controlada se estancan cerca del final, que es donde todo empieza, pues en esta lucha de contrarios, según dicen, no puede haber bien si no existe el mal.

Y es que estamos cortados por el patrón de "una de cal y otra de arena".

Aquí llega el fin de "Información y Sociedad" y comienza una nueva andanza dentro de los ilimitados muros de Internet. Y quiero hacer una alianza con este blog: hasta que la desinformación nos separe.


Y una última recomendación del maestro "Fito":

Déjate llevar si el alma te lleva. Duele el corazón cuando te lo dejas cerca del final, donde todo empieza.

¡Volo supprimere temporem!


¡Malditos relojes! ¡Maldito tiempo!

- Tranquila, hoy ya no hay prisas. El bus se ha marchado. Quizás venga otro, estate atenta por si podemos subir en el próximo.

Son las cinco y media y yo, me limito a pensar lo justo porque el tráfico se ha parado. No hay prisas, son las cinco y media. Frío. Noche de un intenso frío que cala los huesos.

- No te preocupes, no va a pasar nada. Lo entenderán.

Pero cómo ha podido pasar el tiempo tan deprisa. ¿Ya son las cinco y media pasadas?

- ¿Por qué no te paras? – le dije a mi reloj casi gritando.-
- ¿A qué viene eso ahora?-

¿Y cómo soluciono yo el malentendido? Seguro que piensa que se lo he dicho a posta.

- Sólo pensaba en voz alta. Ya son las seis menos veinticinco. Mis padres me matan.-
- Seguro que no es para tanto.-

¿Cómo decirle que tenía que haber llegado a las dos? Qué cruel es el tiempo. ¡Quiero que se derritan todos los relojes!

“Y gritó tan fuertemente en su interior que así fue. Se cumplió su deseo. Mr Dalí lo hizo posible.”

Veritas in bucca pueris est...


Mirada cómplice, mirada tierna. Mirada de niño, de faz transparente. Nada tiene que ocultar. Sólo sus ojos ya delatan lo que sus labios callan mientras que su nariz achatada respira con intranquilidad porque se siente observado.

¿Por qué en la boca del niño está la verdad?

Porque el niño no siente reparo si en sus palabras erra por hacer un comentario inoportuno. Porque el niño no conoce la maldad, no se siente corrompido por lo que le rodea. Sólo asiente cuando su madre le prepara el trozo de pan que le corresponde para el recreo.

El pequeño no entiende de clases sociales ni de máquinas que reproducen juegos en tres dimensiones. Porque el niño no concibe que sus padres tengan problemas para llegar a fin de mes, puesto que él se tranquiliza si el peluche que tiene para dormir no le falta cada noche.

Por eso, en la boca del niño está la verdad, porque las cosas son transmitidas tal y como las entiende, sin necesidad de adulterar el conocimiento de algo para no crear dolor. Al niño se le perdona, porque no sabe lo que dice...

Pero en la boca del niño está la verdad absoluta, mientras que los adultos dudamos de ella en muchas ocasiones.

Y es que... con esa cara, ¿cómo no va a decir la verdad ese niño?

Nosotros no tenemos los ojos bondadosos con los que nos mira.