¡Volo supprimere temporem!


¡Malditos relojes! ¡Maldito tiempo!

- Tranquila, hoy ya no hay prisas. El bus se ha marchado. Quizás venga otro, estate atenta por si podemos subir en el próximo.

Son las cinco y media y yo, me limito a pensar lo justo porque el tráfico se ha parado. No hay prisas, son las cinco y media. Frío. Noche de un intenso frío que cala los huesos.

- No te preocupes, no va a pasar nada. Lo entenderán.

Pero cómo ha podido pasar el tiempo tan deprisa. ¿Ya son las cinco y media pasadas?

- ¿Por qué no te paras? – le dije a mi reloj casi gritando.-
- ¿A qué viene eso ahora?-

¿Y cómo soluciono yo el malentendido? Seguro que piensa que se lo he dicho a posta.

- Sólo pensaba en voz alta. Ya son las seis menos veinticinco. Mis padres me matan.-
- Seguro que no es para tanto.-

¿Cómo decirle que tenía que haber llegado a las dos? Qué cruel es el tiempo. ¡Quiero que se derritan todos los relojes!

“Y gritó tan fuertemente en su interior que así fue. Se cumplió su deseo. Mr Dalí lo hizo posible.”

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